Historia del Convento

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No se conoce la fecha exacta de su fundación. La tradición sostiene que es del siglo XI y que fue promovido por el rey Alfonso VI (1040-1109), en el contexto de la campaña militar desplegada por la Corona de Castilla para la conquista de Toledo, en manos del poder de Al Andalus.

También es posible que fuera construido en la primera mitad del siglo XII, aunque siguiendo modelos anteriores al primer románico. Según otras teorías, puede tratarse de una construcción románico-visigótica. La existencia de restos arqueológicos de origen visigodo en sus proximidades lleva a pensar que pudo ser levantado sobre un primitivo templo pre-románico.

Su primera consagración fue la de san Julián y, hasta el siglo XIV, estuvo regentado por la orden benedictina. En 1404 pasó a manos de los franciscanos de la Reforma de Pedro de Villacreces, quedando bajo la advocación de san Antonio de Padua. Fue reformado en los siglos XV y XVI.

El lugar fue abandonado por los franciscanos durante la invasión napoleónica y ya en 1812 pudieron restablecerse, permaneciendo hasta 1835, cuando fueron exclaustrados como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal.

Posteriormente, fue comprado por los descendientes del pintor Francisco de Goya (1746-1828). En el siglo XX, el médico Carlos Jiménez Díaz (1898-1967) se hizo con la propiedad y procedió a su rehabilitación y adecuación para uso residencial. Tras su muerte, volvió a la Orden Franciscana a través de donación testamentaria.

El convento ha tenido diferentes usos a lo largo de los siglos. Como convento franciscano fue eremitorio (1404 – 1530), escuela de gramática (1530 – 1570), casa de retiro (1570 – 1797), noviciado (1797 – 1801), y de nuevo casa de retiro hasta 1835. En cada una de las etapas han pasado personas importantes por él, como el marqués de Santillana y el Cardenal Cisneros, también personalidades importantes en letras y santidad de la Orden Franciscana, Pedro de Villacreces, Pedro de Santoyo, San Pedro Regalado, Francisco de Osuna, Antonio de Mendoza y Juan de Colmenar, entre otros, y durante un corto periodo de tiempo, sirvió de prisión clerical.

Desde el año 2004, residen en él los Misioneros Identes, quienes, además de su misión religiosa, promueven la celebración de actividades culturales, sociales y de restauración. La Comunidad de Madrid procedió a su restauración y consolidación.