SAN ANTONIO DE PADUA
San Antonio de Padua nació en Lisboa en 1195 y se le dio el nombre de Fernando. Estudió con los canónigos de San Agustín en la catedral de su ciudad. Dedicado por entero a la oración y el estudio, adquirió en poco tiempo, amplios conocimientos sobre la Sagrada Escritura. En 1220 el rey regresó de Marruecos trayendo procesionalmente las reliquias de unos misioneros franciscanos martirizados en esas tierras. Fernando se sintió conmovido a la vista de esos testimonios y anheló dar la vida por Cristo. En 1221 fue admitido en la orden franciscana, donde cambió su nombre por el Antonio. Se le autorizó predicar a los musulmanes en Marruecos, pero al llegar, contrajo una grave enfermedad. De vuelta a Europa, y como consecuencia de una tempestad, su barco naufragó llegando hasta el sur de Italia. Allí tuvo la ocasión de conocer a Francisco de Asís en el famoso capítulo de las esteras. Aquel encuentro lo impresionó hondamente. Un día, al celebrarse una ordenación sacerdotal, ningún clérigo había sido preparado para proclamar la homilía; de improviso se le pidió a Antonio que hablara, y desde que abrió la boca hasta que terminó, todos le escucharon sorprendidos por su sabiduría y carisma. Su predicación atraía multitudes y tenía el poder de hacer milagros. Sus últimos años los pasó en Padua, donde por su palabra y santidad se produjeron numerosas conversiones. Murió el 13 de junio de 1231 a los 35 años de edad.
SAN JULIAN DE TOLEDO
Nació en Toledo en el seno de una familia cristiana de ascendencia judía. Tenía un ingenio creativo, gran capacidad para el estudio y un corazón guerrero. Pronto entró a estudiar en la escuela de San Eugenio III, arzobispo de Toledo. Se incorporó al clero de esa misma iglesia, y se entregó enteramente al ministerio con total dedicación y caridad cristiana. A la muerte del obispo Quirico, fue elegido arzobispo de Toledo el 16 de enero del año 680. Convocó cuatro concilios y los presidió con autoridad reconocida. Fue un hombre hábil, prudente y discreto, estando cerca de los mas miserables, en el socorro de los marginados, y amigo del pueblo; conocía las leyes, sabía dar sentencias, y defendía siempre la justicia. Escribió varios libros memorables entre los que destacan: “El libro de los pronósticos del siglo futuro”, e “Historia de los hechos del rey Wamba en las Galias”. Murió en Toledo en el año 690.